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conoce tu historia negra: revueltas esclavas parte 1 – negros y nativos americanos: la poderosa alianza de la que nunca te enseñarán en tu escuela

October 29, 2015

Considera, piensa un poco en lo que la mayoría de nosotros conoce sobre las revueltas esclavas: que hubo algunas rebeliones mayores, como la revuelta de Nat Turner en 1830, que fue rápidamente aplacada. Yo propongo una visión diferente: las Américas bajo un estado constante de revuelta o amenaza de una rebelión esclava. Hubo tantas revueltas esclavas registradas en tantos documentos de la época que necesitamos empezar a visualizar cómo los esclavistas y terratenientes vivían en terror constante de las mismas. De hecho, ellos vivían bajo el miedo de las revueltas. Ellos vivían bajo el miedo constante de esas personas a las cuales se consideraban “superiores” y “al mando de”. Lo que hemos aprendido en la escuela, que los Norteamericanos blancos iniciaron heróicamente la lucha para abolir la esclavitud, es falso. Hubo, sí, héroes blancos, especialmente aquellos como John Brown y otros que participaron activamente y apoyaron las revueltas esclavas. Pero en la realidad fue la resistencia incansable a la esclavitud que llevó a la emancipación como tema principal en la política Americana. Cuando hablamos de las revueltas esclavistas en U.S.A., los esclavos negros no estaban solos. Ellos tuvieron unos poderosos aliados, que hasta la década de 1830 fueron una fuerza poderosa que encarar: los Nativos Americanos.

Por Nick Douglas, Redactor para AFROPUNK

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Traducción por Felipe Parra 

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Esta alianza entre Nativos Americanos y esclavos empezó mucho tiempo antes de Jamestown. Al finalizar los 1500, mercaderes esclavistas y piratas como Sir Walter Raleigh encallaron cargamentos de esclavos en la costa de USA para perseguir el pirateo – más rentable- de los galeones españoles que cargaban oro LatinoAmericano. Otras naves esclavistas fueron forzadas a encallar por los mismos esclavos, que al tocar tierra escapaban hacia el interior de Norteamérica. Estos esclavos escapados se conocieron como cimarrones. Parece apenas natural que esclavos fugados gravitaran hacia –y fueran aceptados- por las tribus indígenas.

La primera revuelta esclavista con la ayuda de los Nativos Americanos de la que haya registro fue en el año 1526 en la colonia española ubicada en lo que ahora es Carolina del Sur, cerca al Río Pedee. Cien esclavos se rebelaron contra 500 españoles después de que indígenas cercanos a esa colonia se volvieron hostiles a la misma. Los esclavos se integraron dentro de la comunidad nativoamericana después de eliminar a los españoles.

Ya había esclavitud en las Américas desde antes que los europeos llegaran. Nativoamericanos tomaban a los capturados durante las guerras con otras tribus y los forzaban a realizar labores esclavas en pequeña escala; los capturados eran frecuentemente regresados a sus tribus a cambio del intercambio de los mismos capturados. Pero las labores esclavistas a gran escala y la propiedad sobre las vidas esclavas era desconocido para los Nativoamericanos antes de que llegaran los europeos.

La aparición de los europeos en Norteamérica cambió la esclavitud para los Nativo Americanos. La necesidad de Europa de trabajo, especialmente en las colonias sureñas, rompió el sistema previo. Las tribus nativas empezaron a hacer redadas con el objetivo de vender los captivos como esclavos a los europeos. Esto afectó el balance de poder entre las naciones tribales y rompió el tejido inter-tribal activo.

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Esclavizar Nativos era una proposición peligrosa y arriesgada para los primeros colonizadores europeos. Los colonizadores dependían de varias tribus indígenas para la supervivencia y protección: los españoles dependían de los Choctaw; los británicos de los Chickasaw y los Cherokee. Y los esclavos Nativoamericanos, a diferencia de los africanos arrancados de las tierras de sus ancestros y sus patrias, ciertamente podían escapar y regresar a sus tribus.

Para aumentar sus ingresos en el negocio esclavista, algunos europeos empezaron a vender algunos Nativos Americanos –de Norteamérica- en el Caribe. Entre 1675 y 1715, cerca de 30.000-50.000 esclavos Nativoamericanos (siendo este número un cálculo conservador) fueron vendidos desde las colonias sureñas como esclavos hacia el Caribe americano.

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En parte debido al comercio esclavista, los indios Yamasee fueron a la guerra en 1715 contra los colonizadores británicos. La Guerra Yamasee obligó a la mayoría de colonizadores blancos en Carolina del Sur y en el sureste del país a ser desplazados hacia Charlestown, Carolina del Norte. Las colonias británicas que se refugiaron en Charlestown se salvaron solamente debido a los Cherokees, que les ayudaron a sobrevivir el ataque.

 

Como los nativos americanos iban teniendo encuentros hostiles cada vez con más frecuencia con los acorralados colonizadores europeos, se volvieron aliados naturales de los esclavos negros que llegaban. Ambos grupos resistieron con fiereza los esfuerzos de los europeos –de todo tipo de nacionalidad europea- por esclavizarlos. Muchas tribus hicieron el cálculo estratégico que el ayudar a los negros durante las revueltas contra la esclavitud era lo mejor en su propio interés.

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Los líderes y colonizadores blancos lucharon con furia desmedida a través de toda la historia de U.S.A. –incluso realizando masacres descarnadas- para poder romper esta poderosa y centenaria alianza. Los colonizadores de Carolina del Sur estaban tan preocupados por la alianza de esclavos e indígenas que tramitaron y aprobaron leyes en 1725 y 1751 que prohibían el poseer esclavos cerca a Nativos Americanos en las zonas fronterizas del estado. El gobernador de Carolina del Sur James Glen declaró en 1758: “Ha sido siempre la política de este gobierno el fomentar la aversión de los indígenas hacia los negros”. Durante una epidemia de viruela en 1739 los europeos les dijeron a los Cherokees que la misma había sido traída a sus tierras por los esclavos africanos, para poder causar fricción entre ellos (obviamente, esa enfermedad había sido traída al continente americano por europeos).


La política de los gobiernos de Norteamérica respecto a los negros e indígenas era de mantenerlos “separados y mutuamente hostiles”. Las colonias individuales empujaban este tipo de política. Virginia les ofrecía a los indígenas que capturaban esclavos escapados 35 pieles de ciervo como recompensa por cabeza; Carolina del Norte recompensaba a los indígenas que hacían lo mismo con tres cobijas y un mosquete.

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La Revuelta Natches en 1729 fue sobre una disputa india y una revuelta esclava. Los Natchez estaban molestos con la insistencia de los colonizadores franceses de usar un cementerio en territorio sagrado como granja de cultivo. Conspiraron con esclavos negros, los Choctaw, Tunica, Yazoo y otras tribus indígenas para simultáneamente atacar a los franceses a todo lo largo del Valle del Mississippi. Los indígenas prometieron a los esclavos que participaran que la esclavitud sería abolida en todo el Valle del Mississippi.

Cada una de las tribus tenían atados de varas en sus tiendas para contar los días hasta el momento del ataque. Una princesa Natchez, que había tenido un hijo con un francés, se enteró del ataque e intentó alertarlos. La ignoraron. Entonces se introdujo en el complejo Natchez y tomó algunas de las varas del paquete para sabotear el conteo, buscando que las tribus no atacaran en toda su magnitud y sincronía como se había acordado. Los Natchez y los esclavos atacaron prematuramente, mas aún así conquistaron el Fuerte Rosalie en lo que hoy es Mississippi, asesinando a 250 colonizadores franceses.

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La autoridad francesa Etienne Perier se dió cuenta que los indígenas y los esclavos habían realizado este ataque de forma premeditada y planeada y empezó a temer profundamente esta nueva alianza. Para crear una brecha entre los indígenas y los esclavos, y para prevenir cualquier tipo de alianza futura, le ordenó a un grupo de esclavos el asesinato de una tribu pacífica llamada los Chaouachas. Y el plan funcionó. Los indígenas del area empezaron a referirse a los esclavos afro como “los hombres negros blancos”. Le tomó un año a los franceses el derrotar y capturar a los sobrevivientes Natchez, en gran parte debido a cómo peleaban de bien los esclavos que se habían aliado ya con la tribu.

En 1776 el nuevo gobierno de U.S.A. proscribió la esclavitud indígena. El tratado que el gobierno negoció con los esclavos incluía cláusulas que ordenaban a los nativos el retorno de los esclavos negros cimarrones. Los nativos no retornaron a ninguno.

El presidente Andrew Jackson fue una de las muchas personas que participaban del activismo enfocado en romper la alianza entre nativos y esclavos negros. Jackson había visto en primera persona cómo podía ser de efectiva y exitosa la cooperación entre estos dos grupos: la tribu Choctaw y los cimarrones le habían ayudado exitosamente a derrotar a los británicos en la Batalla de Nueva Órleans en 1815. Desconfiaba de los cimarrones franco-parlantes conocidos como creoles y odiaba a los indígenas. Como presidente ordenó el desplazamiento y reubicación forzada de las Cinco Grandes Naciones Indígenas (estas tribus incluían a los Cherokee, Chickasaw, Choctaw, Seminolas y Creek/Muscogee) a tierras al oeste del Mississippi.

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No es ninguna casualidad que Jackson hubiera empezado este desplazamiento con los Choctaw en 1830. Los creoles cimarrones y los Choctaw habían tenido una historia de cooperación e interdependencia que había durado ya 100 años. Un jefe Choctaw fue el primero en llamar a este desplazamiento forzado “un camino de llanto y muerte”, probablemente relacionándose a la tradición ritual Choctaw de llorar la pérdida de amistades y parientes al despedirse.


Después de 1830 las revueltas esclavas se continuaron sin cesar y se intensificaron aún hasta el inicio de la Guerra Civil Norteamericana. Debido a las políticas genocidas del Presidente Jackson, después de 1830 los negros americanos ya no podían contar con un gran número de apoyo de nativoamericanos para ayudarlos en su lucha contra la esclavitud.


Aunque había una excepción: los Seminolas y los Seminolas Negros. Los Seminolas eran una confederación líquida de las tribus Creek, Miccosukee, otras tribus menores y un gran número de esclavos cimarrones y sus descendientes. En 1740, el imperio español desestabilizó el sistema esclavista británico en el área cercana a Florida mediante la promesa a esclavos escapados de libertad y tierras si alcanzaban a llegar a la parte de Florida controlada por los españoles. Muchos esclavos escapaban entonces de Georgia y Alabama en dirección hacia Florida, donde se unían a esta confederación indígena formada.

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La Primera Guerra Seminola hizo erupción en 1817, cuando el Ejército de los U.S.A. intentó poner al Jefe Neamaltha (tribu Miccosukee) bajo arresto y custodia; los Seminolas y Miccosukee habían estado haciendo represalias por todo el borde de Georgia y Florida como reacción a los colonialistas georgianos que robaban ganado nativoamericano. Irónicamente, el presidente Jackson contaba con una fuerza de 2000 guerreros Creek para invadir Florida del Norte y así adueñarse de los dos establecimientos españoles coloniales más grandes; el desenlace de esta invasión fue la cesión por parte de la corona española de Florida a los U.S.A. en 1819 y que los Seminolas abandonaran Florida del Norte.

Cuando Jackson intentó forzar a los Seminolas a abandonar Florida bajo el Acta de Reubicación Indígena de 1830, los Seminolas se negaron. En diciembre de 1835 la Segunda Guerra Seminola empezó: cerca de 400 esclavos negros se escaparon de las plantaciones en Florida y se unieron a las fuerzas Seminolas. Los esclavos escapados se dieron a conocer como los Negros Seminolas. La fuerza de los Negro Seminolas y los indígenas Seminolas exitosamente destruyeron 21 plantaciones de azúcar en la Florida Central. Después de un número embarazoso de derrotas, el Ejército de U.S.A –incapaz de vencer a los Seminolas- les prometía a los Negros Seminolas su libertad a cambio de que se rindieran.

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La Segunda Guerra Seminola fue la única emancipación exitosa de negros rebeldes previa a la Guerra Civil Norteamericana. Hoy los Seminolas continúan habitando sus tierras ancestrales en Florida. Las Guerras Seminolas raramente son comentadas porque los sureños eurodescendientes y el Ejército de los U.S.A jamás podrían admitir abiertamente el haber sido derrotados por un grupo de cimarrones y nativos.

Los esclavos negros y los nativoamericanos compartieron un terreno común desde el momento en el que los primeros esclavos africanos pusieron pie en territorio norteamericano. Su resistencia combinada a la esclavitud fue vista como una amenaza tan poderosa al status quo que los esclavistas usaron cualquier tipo de método a su disposición –desde lo legislativo hasta la masacre descarnada- para poder forzar el desplazamiento de los Nativos Americanos y así romper esta poderosa alianza. Al final, las alianzas entre negritudes y Nativos Americanos fueron importantes para terminar con la institución macabra que fue el esclavismo. Y es importante que miremos a la historia de las relaciones entre nativoamericanos y negros esclavos en el contexto del presente; al censurar esta increíble historia olvidamos un territorio común que puede ser una poderosa fuerza para el cambio.
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*Nick Douglas es el autor de “Encontrando a Octave: La historia no contada de dos familias Creoles y el esclavismo en Lousiana”[Finding Octave: The Untold Story of Two Creole Families and Slavery in Louisiana].
Tiene un blog de contacto en www.findingoctave.com/contact.html para lectores que quieran contactarle.

Para aprender más sobre la princesa nativa que cambió el arco de la historia tanto para indígenas como esclavos, se recomienda el libro en mención, así como el texto de Mary Ann Wells “Native Lands: Mississippi 1540-1798”.

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